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El nacimiento del arte románico

En el corazón del Pirineo, el arte románico dejó una huella imborrable. En el siglo XI, de la lejana región de Lombardía, un grupo de maestros de obra se sintieron atraídos por la llamada de los señores del Condado de Ribagorza y el Obispo de Roda de Isábena.

La misión era simple, pero ambiciosa: levantar nuevos monasterios y adornar sus dominios con pequeñas iglesias. Este particular estilo de construcción fue continuado en el siglo XII por los modestos canteros locales. El fruto de su trabajo puede contemplarse aún en los muros exteriores de varias iglesias, ermitas y monasterios del Valle de Benasque, donde se pueden identificar las icónicas pilastras y frisos de arquillos, rasgos típicos de este estilo sobrio y elegante: el románico lombardo.
Recorre estos caminos y descubre el origen de este estilo arquitectónico que aún nos asombra por su sencillez, belleza y conexión con la naturaleza.

 

Ermita de la Virgen de Gracia (El Run)

 

Una joya del románico lombardo

Esta ermita es un magnífico ejemplo de lo que es un Parque Cultural ya que en un mismo lugar se dan la mano un monumento de gran relevancia cultural en un paisaje natural increíble como es los pies de la Sierra de Chía. Su ubicación probablemente responda a que por este lugar pasaban las gentes y mercancías por el antiguo camino que permitía salvar el desfiladero del Congosto de Ventamillo.

La importancia artística de la Ermita de la Virgen de Gracia radica en que es una de las mejores construcciones románicas conservadas en el Parque Cultural, concretamente del llamado románico lombardo traído a este valle por maestros de obras del norte de Italia en el siglo IX. En realidad, este edificio fue ya ejecutado por canteros locales pero siguiendo la forma de construir y decorar lombardas. Se conoce incluso su fecha de consagración: en 1103 fue consagrada por el Obispo San Ramón de Roda.  

Arquitectura y decoración

La propia construcción nos desvela su historia y es que es visible de forma clara, en su fachada principal, como una pilar señala la fase construcción más antigua, en la que se concentra la decoración lombarda, mientras que la otra es una fase posterior de factura más sencilla y popular. Como otros muchos pequeños templos medievales del valle su espacio interior se organizó con una nave única rematada con una cabecera en forma de ábside semicircular.

Desde el lugar donde estás leyendo este panel es fácilmente identificable los elementos característicos del románico lombardo. En su ábside, sobre su zócalo, arrancan las lesenas o pilastras y una galería de arquillos ciegos recorre todo su perímetro en la parte superior. Igualmente singular es su pequeña torre, en la que los canteros lograron apear sobre la cubierta este pequeño campanario en el que continúa el lenguaje constructivo lombardo: arquillos, ventanas geminadas y una línea decorativa en forma de dientes de sierra.

 

Iglesias de Santa María y San Pedro (Villanova)

 

Al borde del espolón rocoso sobre el que se asienta el casco histórico de Vilanova/Villanova, se asoma la belleza de los ábsides románicos de estas dos iglesias, que son las joyas de su pasado medieval. Un caso excepcional en todo el valle, al darse en un mismo pueblo y a escasos metros, dos construcciones de tal envergadura arquitectónica y valor cultural.  

Santa María y San Pedro fueron comenzadas en el siglo XI-XII siguiendo el lenguaje constructivo y el repertorio decorativo traído hasta el valle por los maestros de obra venidos desde Lombardía. Como fue habitual, a lo largo y ancho del valle, los templos medievales originales fueron ampliados y reformados en los siglos XVI-XVII, dando como resultado los edificios que vemos hoy en día de una arquitectura de gran contundencia formada hilada a hilada por perfectos sillares de piedra.

 

Iglesia San Andrés (Sos)

 

Al llegar a Sos, atraviesa su pequeño casco urbano hasta llegar a esta iglesia que se mantiene en pie alejada del mismo. Una vez allí se abrirá ante tus ojos una espléndida panorámica: de un lado la Sierra de Chía, del otro la Iglesia de San Andrés; ambas separadas por el río Ésera o el Valle de Sositana, como se llamaba cuando el Vall de Benàs formaba parte del medieval Condado de Ribagorza. De su pasado románico se conserva su disposición espacial en forma de nave única, con dos capillas a ambos que le confieren  una planta en forma de cruz, y , sobre todo, su remate en ábside semicircular. Fíjate en el edificio que está pegado a la torre de la iglesia: es la antigua abadía en la que residían los religiosos que atendían la parroquia.

 

 

Monasterio de los Santos Justo y Pastor (Urmella)

 

Desde el centro del poder de la Europa medieval, Carlomagno y el Papa decidieron emprender una expansión del cristianismo que llegó hasta rincones tan remotos como este valle pirenaico. Siguiendo esta encomienda, fueron los Obispos de Urgell quienes promovieron al norte del Condado de Ribagorza, en el territorio que comprende hoy el Parque Cultural, la creación de los Monasterios de San Pedro de Taberna (Seira), San Martín (Benasque) y el dedicado a los Santos Justo y Pastor en Urmella.  Del monasterio original, de esta población de El Solano, sigue en pie tan sólo su iglesia abacial que refleja en su arquitectura la compleja historia de este monumento en el que las huellas de la construcción románica, comenzada por los maestros lombardos y continuada por canteros locales en el siglo XI, queda intrincada con la arquitectura de la reforma posterior del siglo XVII.

Monasterio de Urmella, Valle de Benasque

 

Ermita de Nuestra Señora o Santa Paula de Turbiné (Laspaúles)

 

El imponente Macizo del Turbón custodia desde el horizonte a esta sencilla ermita que fue consagrada por el Obispo Gaufrido, de Roda de Isábena, en el año 1143, junto a los templos de Ardanué y Villarué. Santa Paula es un sencillo templo románico en el que las gentes del valle plasmaron la forma de construir lombarda, reconocible especialmente en la galería de arquillos que recorre su ábside. 

Al parecer, en este lugar, pudo haber, antes de época medieval, un altar o ara romano ya que, está en el camino que conduce al Puerto de Aras, el cual se jalona con toda una serie de ermitas medievales que curiosamente se dedicaron a mártires de época romana como fue Santa Paula.

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