Los ibones, que es el nombre con el que se conoce en Aragón a los lagos de alta montaña de origen glaciar, tienen un gran valor paisajístico y, por su formación, son absolutamente singulares y escasos en la en la Península Ibérica. Recorrer cualquiera de los senderos que nos llevan hasta ellos es una de las mejores maneras de conocer rincones muy especiales de los Pirineos.
Algunos de los ibones de los Pirineos, y del Valle de Benasque en particular, son de fácil acceso, pero otros no tanto, aunque esto es lo de menos si se compara con la satisfacción que se siente cuando se está delante de semejante capricho de la naturaleza. Para acceder a los ibones con un acceso más exigente, nada mejor que dejarnos acompañar por un guía experimentado que nos asegure un recorrido seguro y que nos explique todos los detalles de la excursión.
Sin lugar a duda el Ibon de Escarpinosa es uno de los ibones del Valle de Benasque más populares y, posiblemente, el más accesible de toda la zona. A los pies de la montaña conocida como la Aguja de Perramo, el entorno de este Ibón es, sin ninguna duda, uno de los más espectaculares del Pirineo.
La excursión al ibón de Escarpinosa es una de las rutas imprescindibles al Parque Natural Posets Maladeta. En una excursión de 5 horas, ida y vuelta, disfrutamos de diferentes paisajes que no dejan de sorprendernos.
Un primer tramo que recorre remonta el Valle de Estós coincidiendo con la senda marcada como GR 11 y que es una pista con ascenso progresivo y lento que va paralela al rio Estós; un segundo tramo que asciende de forma brusca y que transcurre a través de un bosque de pinos y hayas que termina cuando llegamos al ibonet de Batisielles. En este punto la ruta se divide en dos: un camino que lleva al ibón de Batisielles y otro camino que lleva al ibón de Escarpinosa que, tras llevarnos a un tercer tramo entre arroyos y una cascada, nos lleva hasta nuestro objetivo.
Según algunos excursionistas, el ibón de Gorgutes cuenta con las mejores vistas de los Pirineos, y es que sin ninguna duda uno de sus principales atractivos son las espectaculares vistas que nos ofrece del macizo de la Maladeta y del glaciar del Aneto.
Una vez que alcanzamos el ibón se puede llegar hasta el puerto de la Glera siguiendo unos 10 minutos más por el sendero. Este paso, que hace de límite fronterizo entre España y Francia, nos ofrece una vista especial de los valles franceses, lo que hace de ésta una de las excursiones a los ibones de los Pirineos más completas.
La excursión se inicia al final de la carretera que recorre el valle de Norte a Sur. Tras un inicio que asciende a través de un bosque de pinos, la excursión discurre por praderas con muy pocos árboles. Al cruzar el barranco de Gorgutes, se cruza por un puente de madera y la pendiente del sendero se empieza a suavizar.
La ruta transita por un terreno que no es muy complicado, llegando al ibón, aproximadamente, una hora y media después de la salida.
Con un paisaje agreste e impactante, la Ball de Remuñe, surcada por el barranco de igual nombre, tiene unos 6 km de profundidad y un desnivel que supera con creces los 1000 m. Los ibones de Remuñe son dos pequeños lagos de deslumbrante color azul escondidos en este maravilloso valle. La excursión hasta su orilla permite contemplar una abundante vegetación de pinos negros,servales, rododendros y arándanos, con numerosas flores y especies de alta montaña.
El recorrido se inicia un poco antes de que acabe la carretera del valle principal, con un cartel que nos indica el acceso al valle colgado de Remuñe. El ascenso comienza entre pinos, pasto y piedras por la parte derecha del valle hasta alcanzar un rellano, la Plleta d'es Capellans. En este punto, donde el valle se encajona, se continuará por el barranco de la derecha para llegar a otro escalón, la Pleta de Remuñé.
Se cruza por una palanca al otro margen del río y se toma una senda al sur, que asciende al más alto y pequeño de los ibones de Remuñe. Para alcanzar el ibón inferior, hay que dirigirse entonces al este, superando un pequeño collado desde donde ya se tiene vistas de nuestro punto final. Para regresar, se sigue el mismo recorrido que a la ida.
La duración de este recorrido, ida y vuelta, es de aproximadamente 5 horas.